En concreto, se está midiendo las concentraciones de ácido clorhídrico (HCl), las partículas torácicas (PM10) y respirables de alto riesgo (PM2,5) y su composición en carbono orgánico, carbono elemental y diversos metales pesados (plomo, cadmio, arsénico, níquel, cromo, cobre, zinc, cobalto, hierro, selenio, magnesio y mercurio).
El HCl, en altas concentraciones, está ligado, a daños oculares y en la piel y un incremento en la dificultad de la función respiratoria. Por otro lado, la importancia de las PM2,5 radica en que presentan un tamaño tan pequeño que pueden alcanzar los alveolos pulmonares, penetrar en el torrente sanguíneo y llegar a distintos órganos (corazón, hígado, cerebro, etc.), en los que pueden llegar a causar daños dependiendo de la exposición y las concentraciones.
Mediciones
Estas mediciones permiten evaluar el potencial impacto en salud y establecer, si fuera necesario, medidas de protección de la población a medio y largo plazo. Las mediciones realizadas en las últimas semanas revelan que las determinaciones de ácido clorhídrico (HCl), realizadas en zonas urbanas en las cercanías de las fajanas (terrenos llanos formados por la lava desprendida) que generan las coladas del volcán al entrar en contacto con el mar, están por debajo del valor objetivo de 24 horas legislado de 50 µg/m3, es decir, el estipulado como límite a partir del cual puede haber riesgo.Sin embargo, debido a una mayor actividad volcánica, las concentraciones aumentaron en tres de los cinco puntos de la zona de Puerto Naos, más cercanos a la playa de los Guirres, llegando, en ocasiones, hasta los 25 µg/m3, sostienen desde el ISCIII.