
Uno de los objetivos del Plan de Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias, presentado por los Ministerios de Sanidad y de Ciencia, Innovación y Universidades en noviembre de 2018, es proporcionar a la ciudadanía "información veraz con el objetivo de que pueda diferenciar las técnicas cuya eficacia para el tratamiento o curación de enfermedades ha sido contrastada científicamente de aquellas que, en cambio, no lo han hecho".
Dentro de este Plan, se considera pseudoterapia a "la sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad".
Cuatro líneas de actuación
El Ministerio de Sanidad señala que "las pseudoterapias implican un riesgo real que influye directamente en la protección y el restablecimiento de la salud, ya que inciden en la información objetiva que tanto profesionales como la ciudadanía reciben sobre las alternativas terapéuticas disponibles, su eficacia/efectividad y su seguridad".Esta estrategia contempla cuatro líneas de actuación. La primera de ellas tiene por objetivo generar, difundir y facilitar información basada en el conocimiento y en la evidencia científica más actualizada y robusta de las pseudoterapias a través de la Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud (RedETS), formada por las agencias o unidades de evaluación de la Administración General del Estado (AGE) y de las comunidades autónomas.
El punto de partida de este proceso fue un análisis exploratorio inicial de 138 técnicas o procedimientos, basado en una revisión de las publicaciones científicas (revisiones sistemáticas y ensayos clínicos). El resultado preliminar lo presentaron la ministra de Sanidad en funciones María Luisa Carcedo, y el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, el pasado 28 de febrero.
La conclusión del trabajo fue que de las 138 técnicas analizadas, 72 no tenían ningún soporte en el conocimiento científico con metodología lo suficientemente sólida (ensayos clínicos o revisiones sistemáticas) que sirviera para evaluar su seguridad, efectividad y eficacia, por lo que se clasificaron como pseudoterapias.